Katalina Labbé y Darío Vacaro son parte de la Orquesta Sinfónica Juvenil Regional de Los Lagos. A través del apoyo de la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile (FOJI), ambos han encontrado en la música un camino de crecimiento y superación personal.

La Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile (FOJI) trabaja desde hace más de dos décadas para que niñas, niños y jóvenes de todo el país accedan a la música como herramienta de desarrollo personal y social. En la Región de Los Lagos, esta labor se materializa en la Orquesta Sinfónica Juvenil Regional (OSJR), compuesta por 58 jóvenes de entre 12 y 22 años provenientes de comunas como Quellón, Hualaihué, Cochamó y Puerto Montt.
Una de sus integrantes es Katalina Labbé, violista de Hualaihué y estudiante de tercero medio, quien encontró en la música una nueva forma de mirar la vida. “Entré a la orquesta en un momento difícil. Mi psicóloga me recomendó hacer algo que me ayudara a salir del bloqueo, y ahí descubrí la música”, recuerda. Desde entonces, su participación en FOJI le ha permitido recuperar la motivación y el bienestar emocional. “La música fue lo que cambió la cara de mi vida. Me ayudó a salir adelante y concentrarme en lo que me hace feliz”, afirma.
Cada sábado, Katalina viaja desde Hualaihué a Puerto Montt para asistir a los ensayos, un trayecto que puede tomar más de tres horas. “Salgo a las ocho de la mañana y regreso de noche, pero vale la pena. FOJI te enseña disciplina e independencia”, comenta. Para ella, incluso el viaje se ha vuelto parte del aprendizaje: “Me ayuda a cambiar de aire y enfrentarme a nuevos ambientes. Me prepara para lo que venga más adelante”.
Desde el sector cordillerano de Río Puelo, en la comuna de Cochamó, Darío Vacaro vive un proceso similar. Trompetista de 17 años, asegura que su paso por FOJI marcó un antes y un después en su desarrollo musical. “El primer año fue cuando más crecí. Todos sabían más que yo, y eso me motivó a mejorar. Ahora toco con más confianza y seguridad”, comenta. Cada semana sale a las seis de la mañana para llegar a los ensayos, y aunque el camino suele ser difícil, asegura que “vale totalmente la pena”.
Las historias de Katalina y Darío reflejan el impacto transformador que la música puede tener en la vida de las personas, incluso en territorios aislados y rurales del sur de Chile. Ambos jóvenes viajan largas distancias y enfrentan desafíos logísticos para seguir aprendiendo, demostrando que el talento y la perseverancia florecen incluso en los lugares más remotos, gracias a la oportunidad que brinda FOJI a cientos de jóvenes en todo el país.
Actualmente, la Fundación Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile (FOJI) cuenta con más de 1.300 becados a nivel nacional, promoviendo el desarrollo social, cultural y educacional a través de la práctica orquestal. Su modelo formativo fomenta la colaboración, el compromiso social y la excelencia artística, acercando la música de concierto a todos los rincones de Chile y abriendo caminos para que más jóvenes, como Katalina y Darío, puedan transformar sus vidas a través de ella.