Un estudio del Instituto UNAB de Políticas Públicas advierte que la inflación real sería 1,2% mayor si se incluyera el costo económico de la vivienda en el IPC, revelando un impacto oculto en el presupuesto de las familias chilenas.

Los arriendos en Chile han registrado un aumento sostenido durante los últimos quince años, afectando directamente el costo de vida de los hogares y superando ampliamente la variación reflejada por las estadísticas oficiales. Así lo establece el estudio “Cuánto cuesta vivir como una familia representativa”, elaborado por el Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello (IPP UNAB), que plantea incorporar un enfoque de costo representativo en la medición del Índice de Precios al Consumidor (IPC). (ver informe)
De acuerdo con el informe, la metodología actual del IPC —basada en los desembolsos efectivos de los hogares— subestima el peso real de la vivienda. Actualmente, el arriendo representa solo un 7% de la canasta del IPC, mientras que al considerar el “arriendo imputado” —que estima el valor económico de habitar una vivienda propia— su ponderación debiera alcanzar el 22%.
“Los precios de compra y arriendo de viviendas han aumentado con fuerza desde 2013. Si aplicáramos la metodología estadounidense, que incluye el costo económico de la vivienda, la inflación promedio anual de la última década sería 1,2% más alta”, explicó Gonzalo Valdés, subdirector del IPP UNAB y coautor del estudio.
El documento revela que entre 2009 y 2024 los arriendos subieron un 228%, equivalente a un incremento anual real cercano al 10% por sobre la inflación oficial. “Se trata de un crecimiento gradual pero sostenido, que comenzó a separarse de los ingresos cuando se masificaron los créditos hipotecarios sin pie, elevando los precios de compra y arrastre sobre los arriendos”, añadió Valdés.
Más de un cuarto de los hogares chilenos vive en arriendo, y un tercio de ellos destina más del 30% de sus ingresos a este gasto, límite considerado crítico por organismos internacionales. Las mayores alzas se concentran en Santiago Centro, Estación Central, Providencia y Ñuñoa, comunas donde la alta demanda y la conectividad impulsaron incrementos más rápidos.
El estudio advierte que la subestimación del costo de la vivienda en el IPC genera distorsiones en políticas públicas, subsidios, salarios y pensiones. Incorporar un índice complementario que refleje el valor económico de la vivienda permitiría tener una medición más realista del costo de vida en Chile y diseñar políticas sociales y económicas más justas, ajustadas a la realidad de los arrendatarios.